martes, 22 de julio de 2014

LA CIGARRA Y LA HORMIGA

Cantando la Cigarra pasó el verano entero, sin hacer provisiones allá para el invierno; los fríos la obligaron a guardar el silencio y a acogerse al abrigo de su estrecho aposento.
Viose desproveída del preciso sustento: sin mosca, sin gusano,  sin trigo y sin centeno. Habitaba la Hormiga  allí tabique en medio, y con mil expresiones de atención y respeto le dijo: “Doña hormiga, pues que en vuestro granero sobran las provisiones para vuestro alimento, prestad alguna cosa con que viva este invierno esta triste Cigarra, que, alegre en otro tiempo,  nunca conoció el daño, nunca supo temerlo.
No dudeís en prestarme, que fielmente prometo pagaros con ganancias, por el nombre que tengo”.
La codiciosa Hormiga  respondió con denuedo,  ocultando a la espalda las llaves del granero:
“¡Yo prestar lo que gano con un trabajo inmenso! Dime, pues, holgazana, ¿qué has hecho en el buen tiempo?”
“Yo, dijo la Cigarra, a todo pasajero cantaba alegremente, sin cesar ni un momento”
“¡Hala! ¿Con que cantabas cuando yo andaba al remo? Pues ahora, que yo como,  baila, pese a tu cuerpo”.

No hay comentarios:

Publicar un comentario